viernes, 17 de octubre de 2014

Mito.

En 1915, nació en Cherbourg, Roland Barthes, quien con el tiempo se convirtió en ensayista, crítico y semiólogo. Una de las obras más importantes que ha escrito en su profesión fue Mitologías, realizada entre los años 1954 y 1956, apareciendo el libro un año después. Esta obra consta de diversos capítulos, 53 exactamente, los cuales también reciben el nombre de “tableautins”, y que habían sido recopilados de Les Lettres Nouvelles, revista en la cual habían sido publicadas inicialmente. Así pues, esta obra fue publicada después de la presentación de otra de las obras relevantes que nos podemos encontrar en su repertorio como El grado cero de la escritura (1953) y Michelet par lui-même (1954). Para conocer más al respecto, Jorge Ruffinelli nos asegura que “las Mitologías de Roland Barthes aparecen en español casi un cuarto de siglo después de haber sido publicadas en francés”.

Roland Barthes tiene la necesidad de realizar estos escritos mostrando unas preocupaciones sociológicas, refiriéndose incluso y especialmente a la burguesía, citando frases como “a esa especie de monstruo que es la pequeña burguesía”. Por lo tanto, entendemos que se oponía a esta clase social. Mitologías está principalmente dividida por tres bloques, siendo estos y en este orden: moral social, mitos políticos y concepción burguesa de la literatura.

A lo largo de la obra nos podemos encontrar con capítulos, con mitos, los cuales reciben el nombre de Striptease, Cocina Ornamental, El Vino y la Leche, Marcianos, El Mundo del Catch, Crítica muda Ciega, Los Juguetes, entre otros. La Gran Familia de los Hombres es también otro de los capítulos que se encuentran junto con los citados anteriormente, y que habla sobre una exposición de fotografías que se había llevado a cabo en Francia, en París, aunque había sido estrenada en los Estados Unidos, en el MOMA de Nueva York. Esta exposición contó con una gran multitud de fotografías realizadas por personas de todo el mundo y relacionadas con el humano en la vida cotidiana. Barthes cita acerca de la exposición que coloca “siempre a la naturaleza en el fondo de la historia”, asegurando que es una “antiquísima impostura”. Por lo tanto, en este capítulo habla de que la condición humana, la cual es considerada, en dicha exposición, como algo que está “más allá de la historia, de las diferencias sociales y del movimiento dialéctico de la misma sociedad”, cita Ruffinelli. Por lo tanto, la exposición se caracterizó por representar los gestos que tienen los humanos que aparecen en ellas, la interpretación de sus emociones y sentimientos, sus expresiones, la condición humana citada anteriormente y los distintos tipos de especies, la variedad con la que nos podemos encontrar en la población mundial, la sociedad internacional.

Barthes dijo en esta obra, publicada en 1957, “el punto de partida de esa reflexión era, con frecuencia, un sentimiento de impaciencia ante lo "natural" con que la prensa, el arte, el sentido común, encubren permanentemente una realidad que no por ser la que vivimos deja de ser absolutamente histórica: en una palabra, sufría al ver confundidas constantemente naturaleza e historia en el relato de nuestra actualidad y quería poner de manifiesto el abuso ideológico que, en mi sentir, se encuentra oculto en la exposición decorativa de lo evidente - por - sí – mismo”. Por lo tanto, Barthes tenía una gran preocupación por lo que se percibía en la exposición, y asegura que el hecho de que algo se realice todos los días, algo que para ellos es considerado “natural”, realmente es histórico. No tiene por qué ser algo histórico, algo nuevo y/o diferente. La vida misma también es como histórica. En conclusión, la lección que nos enseña Barthes en esta mitología es que la cultura no es natural, sino histórica. Lo natural es pretendido por la burguesía, tal y como es la ideología de esta clase social, estando equivocados según Barthes, quien insiste en que la cultura es histórica. Otra manera de explicar esto, dicho por Jorge Ruffinelli, Los gestos cotidianos de esta cultura se dan por sentado como la realidad natural , lógica y necesariamente, y la tarea que se impone Barthes será entonces oponer se a esa actitud, mostrar cómo la "naturaleza" de las costumbres y los actos son elaboraciones sociales, mitos, que caracterizan a una sociedad de clases.

Y para comprender todo esto, necesitamos conocer qué es un mito, ya que la obra Mitologías consta de múltiples mitos transcurridos en Francia, “aunque podrían ser representativos para otros lugares”, cita Sandra de Santiago. Así, Barthes dice que “el mito es un lenguaje”. Pero para comprenderlo mejor, Barthes explica que hay varios órdenes de significación. El primer orden es el signo icónico, el segundo es el de los significados connotativos, y el tercer orden trata de los significados culturales de los signos.

El segundo orden es aquello a lo que nosotros llamamos connotación, y es generado por los propios humanos. Sin embargo, también recibe el nombre de mito que es así como lo llama Barthes, y es el significado total de algo. José Cardoso explica que “debe surgir de las experiencias que hemos tenido y las asociaciones (las connotaciones) que hemos aprendido para acoplar con los signos”. Estas connotaciones no pueden ser independientes de la cultura en la que vive el humano, por lo que esto depende según la persona, quienes cada uno de nosotros tenemos una serie de signos, nuestro sistema de signos. Entonces, estos signos se convierten en los significantes de segundo orden.

Un ejemplo adecuado, ideal para comprender lo que Barthes nos quiere decir con esto, extraído de un artículo redactado por el profesor José Cardoso, el significante de la fotografía que vemos debajo de este mismo artículo, es “Foto de un soldado negro saludando a la bandera francesa” ; el significado, del primer orden, “Soldado negro saludando a la bandera” ; y el significado, del segundo orden, “Francia tiene un gran imperio; todos sus hijos, sin la distinción del color, sirven fielmente bajo la bandera francesa y que no hay mejor respuesta a los críticos del colonialismo que este soldado negro sirviendo a sus supuestos opresores”.


Barthes tiene razón, pues los mitos se imponen o los impone la sociedad y casi siempre hay algo que esconden y está dado por la forma”.
Sandra de Santiago Félix.


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