En
1915, nació en Cherbourg, Roland Barthes, quien con el tiempo se
convirtió en ensayista, crítico y semiólogo. Una de las obras más
importantes que ha escrito en su profesión fue Mitologías,
realizada entre los años 1954 y 1956, apareciendo el libro un año
después. Esta obra consta de diversos capítulos, 53 exactamente,
los cuales también reciben el nombre de “tableautins”, y
que habían sido recopilados de Les Lettres Nouvelles, revista
en la cual habían sido publicadas inicialmente. Así pues, esta obra
fue publicada después de la presentación de otra de las obras
relevantes que nos podemos encontrar en su repertorio como El
grado cero de la escritura (1953) y Michelet par lui-même
(1954). Para conocer más al respecto, Jorge Ruffinelli nos asegura
que “las Mitologías de Roland Barthes aparecen en español
casi un cuarto de siglo después de haber sido publicadas en
francés”.
Roland
Barthes tiene la necesidad de realizar estos escritos mostrando unas
preocupaciones sociológicas, refiriéndose incluso y especialmente a
la burguesía, citando frases como “a esa especie de monstruo que
es la pequeña burguesía”. Por lo tanto, entendemos que se oponía
a esta clase social. Mitologías está principalmente dividida
por tres bloques, siendo estos y en este orden: moral social, mitos
políticos y concepción burguesa de la literatura.
A
lo largo de la obra nos podemos encontrar con capítulos, con mitos,
los cuales reciben el nombre de Striptease,
Cocina Ornamental, El Vino y la Leche, Marcianos, El Mundo del Catch,
Crítica muda Ciega, Los Juguetes,
entre otros. La Gran Familia de los
Hombres es también otro de los
capítulos que se encuentran junto con los citados anteriormente, y
que habla sobre una exposición de fotografías que se había llevado
a cabo en Francia, en París, aunque había sido estrenada en los
Estados Unidos, en el MOMA
de Nueva York. Esta exposición contó con una gran multitud de
fotografías realizadas por personas de todo el mundo y relacionadas
con el humano en la vida cotidiana. Barthes cita acerca de la
exposición que coloca “siempre a la naturaleza en el fondo de la
historia”, asegurando que es una “antiquísima impostura”. Por
lo tanto, en este capítulo habla de que la condición humana, la
cual es considerada, en dicha exposición, como algo que está “más
allá de la historia, de las diferencias sociales y del movimiento
dialéctico de la misma sociedad”, cita Ruffinelli. Por lo tanto,
la exposición se caracterizó por representar los gestos que tienen
los humanos que aparecen en ellas, la interpretación de sus
emociones y sentimientos, sus expresiones, la condición humana
citada anteriormente y los distintos tipos de especies, la variedad
con la que nos podemos encontrar en la población mundial, la
sociedad internacional.
Barthes
dijo en esta obra, publicada en 1957, “el punto de partida de esa
reflexión era, con frecuencia, un sentimiento de impaciencia
ante lo "natural" con que la prensa, el arte, el sentido
común, encubren permanentemente una realidad que no por ser la que
vivimos deja de ser absolutamente histórica: en una palabra, sufría
al ver confundidas constantemente naturaleza e historia en el relato
de nuestra actualidad y quería poner de manifiesto el abuso
ideológico que, en mi sentir, se encuentra oculto en la exposición
decorativa de
lo evidente - por - sí – mismo”. Por lo tanto, Barthes tenía
una gran preocupación por lo que se percibía en la exposición, y
asegura que el hecho de que algo se realice todos los días, algo que
para ellos es considerado “natural”, realmente es histórico. No
tiene por qué ser algo histórico, algo nuevo y/o diferente. La vida
misma también es como histórica. En conclusión, la lección que
nos enseña Barthes en esta mitología es que la
cultura no es natural, sino histórica. Lo natural es pretendido por
la burguesía, tal y como es la ideología de esta clase social,
estando equivocados según Barthes, quien insiste en que la cultura
es histórica. Otra manera de explicar esto, dicho por Jorge
Ruffinelli, “Los
gestos
cotidianos
de esta
cultura se
dan por
sentado
como la realidad natural
, lógica
y necesariamente,
y la tarea que
se impone
Barthes será
entonces oponer se a
esa actitud,
mostrar
cómo la "naturaleza" de las
costumbres
y los
actos son
elaboraciones
sociales, mitos,
que caracterizan
a una
sociedad de
clases.”
Y
para comprender todo esto, necesitamos conocer qué es un mito, ya
que la obra Mitologías
consta de múltiples mitos transcurridos en Francia, “aunque
podrían ser representativos para otros lugares”, cita Sandra de
Santiago. Así, Barthes dice que “el mito es un lenguaje”. Pero
para comprenderlo mejor, Barthes explica que hay varios órdenes de
significación. El primer orden es el signo icónico, el segundo es
el de los significados connotativos, y el tercer orden trata de los
significados culturales de los signos.
El
segundo orden es aquello a lo que nosotros llamamos connotación, y
es generado por los propios humanos. Sin embargo, también recibe el
nombre de mito
que es así como lo llama Barthes, y es el significado total de algo.
José Cardoso explica que “debe
surgir de las experiencias que hemos tenido y las asociaciones (las
connotaciones) que hemos aprendido para acoplar con los signos”.
Estas connotaciones no pueden ser independientes de la cultura en la
que vive el humano, por lo que esto depende según la persona,
quienes cada uno de nosotros tenemos una serie de signos, nuestro
sistema de signos. Entonces, estos signos se convierten en los
significantes de segundo orden.
Un
ejemplo adecuado, ideal para comprender lo que Barthes nos quiere
decir con esto, extraído de un artículo redactado por el profesor
José Cardoso, el significante de la fotografía que vemos debajo de
este mismo artículo, es “Foto
de un soldado negro saludando a la bandera francesa” ; el
significado, del primer orden, “Soldado negro saludando a la
bandera” ; y el significado, del segundo orden, “Francia tiene un
gran imperio; todos sus hijos, sin la distinción del color, sirven
fielmente bajo la bandera francesa y que no hay mejor respuesta a los
críticos del colonialismo que este soldado negro sirviendo a sus
supuestos opresores”.
“Barthes
tiene razón, pues los mitos se imponen o los impone la sociedad y
casi siempre hay algo que esconden y está dado por la forma”.
Sandra de Santiago Félix.